martes, 26 de marzo de 2013

El tiempo me marchita.



El café de esta mañana me ha sentado mal, tal vez sea porque ya no estás. Quizá porque verte de espaldas fumando en mi ventana era el mejor de los paisajes mientras aquellos gránulos de ardiente café se colaban por mi boca. O para que engañarnos, era el polvo de después sobre la encimera,
No sé si fue como un sueño o como una canción que pasa de moda. Da que pensar que te fueras sin avisar, y sin besarme en la frente como despedida.
La rosa que me regalaste aquella noche aún sigue en la mesita. No se quien esta más marchita. Tarde o temprano sabia que te marcharías, dejando a esta mona con mono de ti  permanente y constante.
Siempre conseguías que tu desnudez provocase mi drogadicción, el colocón que te convertía y te ha convertido en mi necesidad.

Whisky con hielo.


La mezcla de tu locura con la mía es mi día a día. Hoy día sin ti mi vida ya no seria.
Ay mi trocito de cielo, te derrites como mi whisky con hielo. Lo daría todo por parar el tiempo, poder sentir cada lunar de tu cuerpo, poder tocar cada esquina de tu alma, masticar(te) y provocarte(te) hasta hacerte mio. Tan solo mio. Mi miocardio es feliz y sé que puede romperse. Pero no me cabe en el pecho, le falta techo. Préstame un pedazo de tu alma, para que mi cuerpo ande en calma.

martes, 19 de marzo de 2013

Aún (te) espero.

Y yo que pensaba que volverías para recoger las cosas que te dejaste en la mesita, devolverme el pintalabios que me quitaste salvajadamente a mordiscos y terminar el polvo que me dejaste a medias. 
Pero no volviste, ni a subirme las medias siquiera. Aquí sigo, esperando, como siempre, con la ventana abierta de par en par multiplicando las veces que te fuiste y me desvestiste. La ciudad es más bonita mientras los cuerdos y los no insomnes duermen. Sólo aguantamos los locos, los enamorados, los borrachos, los gatos y los poetas. Será la luna o el silencio lo que nos atrae, quien sabe o quien piensa. La locura y las pocas ganas de dormir me impiden dejar el cigarrillo de las 3:00 y visitar mi ansiada cama, la cual sólo me recibe con los brazos abiertos si eres tu quien me abre las piernas. 
Con las medías bajadas, el pelo con tus dedos aún marcados en él, y el corazón abierto me quede, incluso descalzo, esperándote.